Con el boom de las plataformas de video on demand hace cosa de una década, parecía que entrábamos en un edén del entretenimiento. Algunos incluso lo veían como la liberación del “yugo” del cine y, sobre todo, la televisión tradicional: poder ver lo que plazca en el horario de nuestra conveniencia, sin molestas interrupciones de la publicidad y a una fracción del costo. Pero esos tiempos están por terminar. El streaming está muerto.
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Y no es porque las plataformas de streaming vayan a comenzar a caer como moscas (y ni se diga de la industria en sí, que creció como enredadera durante la última década). Sin embargo, están más que claras las señales de que su modelo, otrora disruptivo para el mundo del entretenimiento, se acerca cada vez más a lo que era (y aún es) la vieja televisión.
Las razones por las que el streaming está muerto
La publicidad
Quizá el factor más obvio y que, ante recientes cambios en Netflix, es uno de los más sonados: la incursión de publicidad en la oferta de los servicios de streaming.
Claro que esto no es algo nuevo, ni siquiera único. Como hemos expuesto en el pasado, ya tiene tiempo que existen las plataformas Advertising-Based Video on Demand (plataformas de video bajo demanda basadas en publicidad o AVOD, por sus siglas en inglés), como Pluto TV o Tubi.
Estas ofrecen acceso gratuito a los usuarios para ver películas y series (la mayor parte ya con varios años de antigüedad), a cambio de contar con cortes comerciales en el contenido. También incluyen canales con programación lineal, básicamente con el mismo principio de la televisión tradicional, aunque por internet.
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El distintivo de las plataformas de SVOD (de suscripción), como Netflix, era la oferta de contenido exclusivo, bajo demanda y sin anuncios. Si bien este modelo no ha sido abandonado (ni lo será en el futuro próximo), el hecho de que el “gigante del streaming” haya lanzado un plan más barato con anuncios pretende ser la cura para una enfermedad hace tiempo diagnosticada: la imposibilidad de mantener su crecimiento únicamente con los ingresos por suscripciones.
Para bien y para mal, Netflix no es el único caso. Aunque en México es la primera en hacerlo, competidores como HBO Max, Peacock y Paramount+ ya cuentan con alternativas similares en Estados Unidos. Disney ha confirmado que Disney+ se unirá a la lista, en todo el mundo, durante 2023.
En su forma libre de publicidad, todavía no podemos decir que el streaming está muerto. Pero lo estará pronto.
Programación lineal y en vivo
El encanto del “on demand” era ver el contenido a nuestra conveniencia, sin estar sujetos a horarios y canales de transmisión específicos. Pero las opciones de streaming, con el tiempo (y algunos más tarde que otros), han descubierto que una cosa no necesariamente está peleada con la otra, y que esa combinación puede ser un aliciente para atraer suscriptores.
Hasta hace poco, los casos eran aislados, sin contar a las alternativas AVOD. Plataformas como Star+, por ejemplo, ya tienen tiempo de ofrecer programación deportiva en su repertorio. En países como México, HBO Max transmite partidos de la UEFA Champions League. Prime Video brinda partidos de la NFL, la NBA y carreras de la F1, y ha lanzado Amazon Music Live para transmitir conciertos. En México, ViX+ tendrá varios de los partidos de la Copa Mundial.
Fue la pionera, de hecho, la que se fue quedando atrás en esta carrera en cuestión de derechos de transmisión deportiva (aunque ya ha habido acercamientos para cambiar eso). Netflix, además, ya prepara la primera transmisión en tiempo real de su historia: un show en vivo del comediante Chris Rock en 2023.
¿Eso significa que dejaremos de ver contenido on demand? Para nada. Es más, es probable que esas transmisiones puedan verse a posteriori en los mismos servicios. En otras palabras, el streaming está muerto en su forma tradicional y estamos ante la incursión de un modelo híbrido, aunque es indudable que el gran evento volverán a ser las transmisiones en vivo y en exclusiva… como en la televisión.
Adiós al binge: capítulos semanales
Aunque este factor tampoco es particularmente nuevo, sí es lo suficientemente común ahora como para suponer que el modelo de estrenos de Netflix va de salida. Quizá un poco lento, pero seguro.
El gigante del streaming popularizó el modelo de los atracones o el famoso binge, que consiste en poner a disposición todos los episodios de una temporada para que los usuarios los consuman a su ritmo. Sin embargo, para más de uno significa verlos todos en un fin de semana.
Conforme han proliferado sus competidores, esto ha sido la excepción a la regla. Mientras la nueva temporada de Stranger Things —fácilmente la propiedad más popular en el catálogo de Netflix— se estrenó de golpe (aunque dividida en dos), sus rivales llevan haciendo lo contrario con sus lanzamientos más importantes.
Tanto Prime Video como HBO Max optaron por los lanzamientos semanales para sus producciones más importantes del año, El señor de los anillos: Los anillos de poder y House of the Dragon (esta última, incluso con transmisión televisiva simultánea en HBO). Todas las series de Disney+, provenientes de franquicias como Star Wars o el Universo Cinematográfico de Marvel, siguieron el mismo modelo sin excepción.
No llamaría tanto la atención si no fuera porque Netflix ya coquetea con un cambio. Su serie antológica de terror El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro estrenó sus ocho episodios de dos en dos, entre el 25 y el 28 de octubre de 2022.
Si bien no hay indicios (aún) de que el experimento vaya a inspirar más modificaciones, no debería de sorprendernos que Netflix adopte el modelo tarde o temprano, al menos para sus lanzamientos más importantes. Después de todo, los estrenos semanales permiten mantener una producción por más tiempo en la conversación mediática.
No más exclusividad en streaming
Si bien este factor está más relacionado con la industria cinematográfica, también es, paradójicamente, uno de los grandes augurios de que el streaming está muerto como lo conocemos y se parece más a la clásica televisión.
Una de las máximas más polémicas de Netflix para los exhibidores cinematográficos era la exclusividad de sus estrenos en streaming que, a lo mucho (y con excepciones), se flexibilizaba para los estrenos simultáneos con salas de cine. Hubo estrenos limitados en Estados Unidos, pero más para cumplir con el requisito de inscripción a los Premios Óscar.
Esta exclusividad está siendo más laxa: en Estados Unidos, el gigante del streaming ya ha establecido acuerdos para estrenar Glass Onion: Un misterio de Knives Out en las grandes cadenas de cine. En México, como ya explicamos antes, esto ya está sucediendo con Bardo, la película de Alejandro González Iñárritu que llegó a salas comerciales más de mes y medio antes de su estreno en Netflix.
Esto no quiere decir que todas las películas originales de la firma de Los Gatos vayan a estrenarse en cines en el futuro próximo (¿qué cadena podría dar cabida a tal volumen de estrenos?). Sin embargo, sí habla de una apertura de la compañía a que sus títulos más importantes reciban el tratamiento de la sala.
Aún es un experimento que está por rendir sus resultados (Netflix no divulga datos de recaudación en taquilla). Sin embargo, si comienza a volverse la regla, sus películas seguirán una ruta muy similar a la de antaño: primero al cine y después a la televisión.