Científicos revivieron y replicaron en un laboratorio el virus más antiguo hasta ahora conocido, uno que estuvo “durmiendo” por 48,500 años en Siberia. Fueron siete muestras halladas en el permafrost del noreste de Rusia, la más joven de las cuales data de hace 27,000 años.
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Jean-Michel Claverie, virólogo de la Universidad de Aix-Marseille (Francia), destacó el hallazgo. “48,500 años es un récord mundial”, sostuvo a New Scientist. Al mismo tiempo, advirtió que reapariciones en ambientes no controlados pueden derivar en un potencial “problema de salud pública”.
“La situación sería mucho más desastrosa en el caso de enfermedades de plantas, animales o humanos causadas por el renacimiento de un antiguo y desconocido virus”, explicaron desde el equipo investigador.
Además, enfatizaron que una emergencia como la descrita requeriría el desarrollo de respuestas médicas altamente específicas, como nuevos antivirales o vacunas. “Lamentablemente, está bien documentado por pandemias recientes (y en curso)” sobre cada nuevo virus, incluso con familias conocidas, fundamentaron.
El virus que permaneció 48,500 años escondido en Siberia fue catalogado entre los Pandoravirus yedoma, descubierto en 2013. Después de pithovirus, el género es el segundo más grande en tamaño físico, dados su longitud de 1 micrómetro y su ancho de 0.5.
Las muestras fueron encontrados a 16 metros de profundidad, en un lago en Yukichi Alas, República de Sajá. “Alrededor del 65 por ciento del territorio ruso está clasificado como permafrost, suelo que permanece permanentemente congelado incluso durante los meses de verano”, informó Daily Mail.
Uno de ellos, el pithovirus, tiene el potencial de “atacar y matar” amebas, mas no directamente a animales ni humanos, explicó el periódico británico. El profesor Claverie dijo que su comportamiento “demuestra que los virus congelados durante mucho tiempo pueden ‘despertar’ y comenzar a reinfectar a sus huéspedes”.
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“Todavía es imposible estimar cuánto tiempo estos virus podrían permanecer infecciosos una vez expuestos a las condiciones exteriores (luz ultravioleta, oxígeno, calor) y qué probabilidades hay de que encuentren e infecten a un huésped adecuado en el intervalo”, explicaron los investigadores.