Una longitud de 20 metros, una inusitada velocidad crucero y una dieta compuesta incluso por ballenas habría presentado el megalodón. Esas fueron algunas de las conclusiones que ofreció a la ciencia un modelo en 3D del escualo, que vivió hace 5 millones de años.
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La simulación informática usó como materia prima varios escáneres practicados a una columna vertebral descubierta en la década de 1860. La espina dorsal se halla actualmente en dependencias del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales.
Más capaz que cualquiera: todas las cifras del megalodón
Los expertos liderados por la paleontóloga Catalina Pimiento y el anatomista John Hutchinson también aportaron dientes de megalodón. Y completaron la receta con un escáner de cuerpo entero de un gran tiburón blanco, precisó The New York Times.
El modelo sugirió un animal de casi 16 metros y 67 toneladas, pero Pimiento fue más allá. La experta de la Universidad de Swansea (Gales) recordó que se han encontrado vértebras fosilizadas 50 por ciento más grandes que las utilizadas.
Publicadas en la revista Science Advances, las pesquisas también indicaron que el megalodón pudo nadar más ligero de lo que se estima. Su velocidad crucero habría superado los 5 km/h, calculó Pimiento.
Si ese registro llegase a confirmarse, el gigantesco animal pasaría a convertirse en el tiburón más rápido que haya existido, entre 33 estudiados. El actual plusmarquista es el tiburón salmón, que logra cerca de 3,0 km/h, complementó el periódico estadounidense.
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Respecto de los viajes del megalodón, Pimiento señaló que su récord debió ser superior al del gran tiburón blanco, que cubre 11,000 kilómetros sin pausa. Probablemente, ese esfuerzo requirió no solo focas, sino “presas muy calóricas, como las ballenas”, dijo. El modelo en 3D, de hecho, mostró una mandíbula capaz de devorar una orca en cinco mordiscos.
Pero las colosales dimensiones proyectadas tras este último ejercicio bien podrían motivar suspicacias en el mundo científico, a las cuales se adelantó John Hutchinson. “Estas reconstrucciones funcionan bastante bien cuando se aplican a animales vivos cuya masa conocemos”, fundamentó el investigador de la Royal Veterinary College de Londres.