Soles convertidos en agujeros negros y estrellas de neutrones hoy conforman lo que científicos han denominado como el “cementerio de la Vía Láctea”. El inédito mapa de cadáveres estelares fue elaborado por el Instituto de Astronomía de la Universidad de Sydney (Australia).
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“Estos compactos remanentes de estrellas muertas muestran una distribución y estructura fundamentalmente diferente a la galaxia visible”, explicó el autor principal del estudio, David Sweeney. “La ‘altura’ del inframundo galáctico es más de tres veces mayor que la propia Vía Láctea”, detalló.
La investigación publicada en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society entregó múltiples datos curiosos. Por ejemplo, que un “asombroso” 30 por ciento de estos objetos “fue expulsado por completo de la galaxia” que alberga el Sistema Solar.
“Las estrellas de neutrones y los agujeros negros se forman cuando las estrellas masivas, más de ocho veces más grandes que nuestro Sol, agotan su combustible y colapsan repentinamente”, explicó la institución sobre el cementerio de estrellas.
El fenómeno provoca “una descontrolada reacción”, que parte con el estallido de las partes exteriores de la estrella, lo cual es catalogado como “supernova”. Al mismo tiempo, el núcleo sigue comprimiéndose sobre sí mismo hasta transformarse en un agujero negro o una estrella de neutrones.
Las estrellas descansan eternamente en este cementerio espacial
Hasta ahora, informó la Universidad de Sydney, estos “exóticos cadáveres (se) deslizaron más allá de la vista y el conocimiento de los astrónomos”. Solo se sabía que fueron arrojados a la oscuridad del espacio interestelar hace miles de millones de años, cuando la galaxia todavía era joven.
El proceso se asemeja al billar, contó David Sweeney, para graficar cómo opera el cementerio de estrellas. “Si sabe en qué dirección se golpea la bola y con qué fuerza, entonces puedes averiguar dónde terminará”, ejemplificó. Sin embargo, en el espacio los objetos y las velocidades son mucho más grandes. Además, esta “mesa” cósmica no es plana ni hay resistencia por el roce.
Ryosuke Hirai, de la Universidad de Monash, y Sanjib Sharma, de la propia Universidad de Sydney, aportaron en la construcción de los modelos. “Fue un poco impactante (…) No esperaba un cambio de forma tan radical”, declaró el segundo.
El mapa muestra los característicos brazos espirales de la Vía Láctea que se van desvanecido en el “inframundo galáctico”. “Estos están completamente borrados debido a la edad de la mayoría de los remanentes”, añadió. Por lo demás, se observan “efectos borrosos” a causa de los “impulsos energéticos de las supernovas que los crearon”.
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Además, el cementerio de estrellas mirado lateralmente exhibe un inframundo galáctico mucho más expandido que la Vía Láctea. Es el “resultado de la energía cinética inyectada por las supernovas que las elevan en un halo alrededor de la galaxia visible”, apuntó.
Según complementó Peter Tuthill, coautor del artículo, “el vecindario estelar local alrededor de nuestro Sol probablemente tenga estos visitantes fantasmales de paso”. “Estadísticamente, nuestro remanente más cercano debería estar a solo 65 años luz de distancia: más o menos en nuestro patio trasero, en términos galácticos”, finalizó.