La pregunta es antigua, pero no por eso menos apasionante y, de tarde en tarde, cobra actualidad. ¿Será que vivimos en una simulación? ¿Realmente seremos el videojuego de una civilización avanzada? Y si así fuera, ¿qué pretenden quienes nos programaron y nos tienen funcionando?
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El periodista y escritor británico Steven Poole planteó que es mejor no averiguarlo. Para el autor de Rethink: The Surprising History of New Ideas, es imposible que lleguemos a saber cuál es el objetivo de quienes crearon esta simulación.
¿Vivimos en una simulación? Mejor no saberlo
Game over
“Tal vez, para ellos, el juego no sea simplemente observarnos como una infinita telenovela del tamaño de un planeta”, postuló en The Guardian. Quizá solo deseen ver cuánto tiempo tardamos en demostrar que estamos en una simulación.
“En ese momento, el juego termina y la simulación se apaga. Quizá sea mejor no averiguarlo”, añadió en el periódico londinense por medio de una columna que tituló “¿Estamos viviendo en una simulación?”, parte de una serie bautizada La gran idea.
Poole recordó que la idea de que “no podemos saber nada con seguridad sobre el mundo exterior” tiene una larga historia en el escepticismo filosófico. Alrededor del siglo IV a. C., el sabio chino Zhuangzi, también citado como Chuang (Chuan) Tzu (Tsé), aportó las primeras ideas al respecto en la fábula El sueño de la mariposa:
“Érase una vez, Zhuangzi soñó que era una mariposa, una mariposa revoloteando felizmente. No sabía que él era Zhuangzi. De repente, despertó y era palpablemente Zhuangzi. No supo si era Zhuangzi, quien había soñado que era una mariposa, o una mariposa soñando que era Zhuangzi. Ahora, debe haber una diferencia entre Zhuangzi y una mariposa. Esto es llamado la transformación de las cosas”.
Zhuangzi
Genio maligno
En su texto Meditaciones metafísicas (1641), René Descartes propuso que un “genio maligno” es la fuente de todas sus interrogantes. “Supondré entonces que hay, no un verdadero Dios que es fuente soberana de verdad, sino un cierto genio maligno, no menos astuto que engañador que poderoso, que ha empleado toda su destreza para engañarme”, escribió.
“Pensaré que el cielo, el aire y la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todas las cosas exteriores que vemos no son más que ilusiones y engaños, de los cuales se sirve para sorprender mi credulidad”, añadió el filósofo, matemático y físico francés. Algo parecido sugirió en el siglo XX la estadounidense Hilary Putnam, con el experimento mental del cerebro en una cubeta.
En tiempos recientes, la idea de que vivimos en una simulación fue expuesta por las hermanas Lana y Lilly Wachowski en la saga The Matrix. Sin embargo, es al filósofo sueco Nick Bostrom al que se le atribuye la idea, luego de que en 2003 pusiera sobre la mesa su argumento de la simulación.
De acuerdo con su ideario, vivimos en una simulación creada por una “civilización tecnológicamente avanzada”. Si alguna cultura es capaz de alcanzar un “estadio poshumano” antes de extinguirse, lo más probable es que se programen tantas personalidades complejas simuladas que superen en números a las reales.
Ni más ni menos real
Interesantes son, subrayó Poole en su columna, las opiniones relativamente divergentes de pensadores como David Chalmers. En palabras del filósofo australiano Chalmers, un objeto digital en la realidad virtual es tan real como la mesa del comedor.
“No está descalificado de ser ‘real’ por el hecho de que esté, en el fondo, formada por unos y ceros digitales, ni la mesa física por conformarse de paquetes de ondas cuánticas. De hecho, algunas teorías esotéricas de la física consideran que la ‘realidad’ es de naturaleza cuántica-computacional o matemática”, ahondó.
Las teorías acerca de que vivimos en una simulación hoy no son más ciertas ni falsas, sino que únicamente más plausibles, debido al avance de los videojuegos y la realidad virtual. Quién sabe si la simulación esté en escalas más pequeñas o dimensiones mayores de la energía de las que conocemos.