El botón “no me gusta” de YouTube tiene un efecto “insignificante” para evitar recomendaciones no deseadas, determinó un estudio al algoritmo efectuado por Mozilla. El trabajo consideró poco menos de 23,000 usuarios.
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La investigación señaló que los mecanismos de control del contenido, que incluye la función “No recomendar canal”, son “inadecuados” en la plataforma de videos. La mayor parte de los clips no deseados igualmente “se filtra”, agregó sobre la subsidiaria de Alphabet.
Además, descubrió que “la gente siente que usar los controles de usuario de YouTube no cambia sus recomendaciones en absoluto”. Por tal motivo, “muchas personas adoptan un enfoque de prueba y error para controlar sus recomendaciones”, aunque con un “éxito limitado”.
Usando la herramienta RegretsReporter de Mozilla, un participante pidió no recomendar videos de armas de fuego, pero YouTube se los mostró “poco después”. Tampoco le fue mejor a otro que sugirió evitar la promoción de criptomonedas.
Algoritmo de YouTube no es tan eficiente
Entre las recomendaciones para YouTube y su algoritmo, Mozilla puntualizó que los controles de usuario “deben ser fáciles de entender y acceder”. Todos deben contar con “información clara sobre los pasos que pueden tomar para influir en sus recomendaciones”.
Para que las personas “tomen el control”, la plataforma de videos “debe diseñar herramientas de retroalimentación”, propuso. También pidió “permitir” que los usuarios desarrollen una experiencia de manera “proactiva” y sus comentarios tengan “más peso”.
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“YouTube debería proporcionar a los investigadores acceso a mejores herramientas que les permitan evaluar las señales que afectan el algoritmo”, agregó. Para Mozilla, las autoridades también “deberían proteger a los investigadores” a través de “protecciones legales”.
Finalmente, el organismo aseguró que el estudio representaba “la auditoría experimental más grande de YouTube realizada por investigadores independientes”. Con tecnología de datos de colaboración colectiva se creó un “modelo de aprendizaje automático” en el que también colaboraron expertos de la Universidad de Exeter, Inglaterra.