Según los estándares sanitarios de Estados Unidos, beber el agua de la lluvia no es seguro en ninguna parte del mundo. Así lo estableció una investigación efectuada a lo largo de una década por científicos de la Universidad de Estocolmo (Suecia).
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Las pesquisas determinaron que el planeta está colmado de químicos relacionados con el cáncer, todos ellos emitidos por los procesos productivos. Se trata de las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), concepto que abarca unos 5,000 productos químicos que han contaminado el aire, el agua y la tierra.
“Estas sustancias se han extendido por toda la atmósfera, sin dejar ningún lugar sin tocar”, alertaron los investigadores. El artículo sobre estos componentes de lenta descomposición fue publicado en la revista Environmental Science & Technology, informó Business Insider.
Niveles “ampliamente” superados
Estados Unidos fijó en 0.004 y 0.02 partes por trillón la cantidad aceptable de ácido perfluorooctanoico (PFOA) y ácido perfluorooctantanesulfónico (PFOS). Para la Agencia de Protección Ambiental (EPA), estos dos tipos de PFAS tienen un efecto acumulativo en el cuerpo y las precipitaciones “suelen superar ampliamente” tales niveles.
“El agua de lluvia de todo el mundo se consideraría no apta para beber”, afirmó el autor principal del estudio, el profesor Ian Cousins. Para el también académico del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Estocolmo, “en países industrializados no solemos beber agua de lluvia, (pero) muchas personas en todo el mundo sí la consideran segura y alimenta muchas de nuestras fuentes de agua potable”.
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La EPA recordó que las PFAS no solo se encuentran en el agua, sino que también en todos los seres vivos y alimentos. Además, están en una infinidad de productos elaborados, desde las cajas de pizza hasta el vestuario, pasando por sartenes y pinturas. “Se han encontrado PFAS en la Antártida y en el hielo marino del Ártico”, complementó Business Insider.
Científicos explican por qué no debes beber el agua de la lluvia
Los efectos de este tipo de contaminante son variados y muy graves. “Existe evidencia de que la exposición a las PFAS puede causar efectos perjudiciales a la salud humana”, enfatizó la autoridad ambiental estadounidense.
Se han detectado daños en los sistemas reproductivo, inmunitario, hepático y renal, además de causar tumores en animales de laboratorio. Entre otras afecciones, los potenciales perjuicios por beber agua de lluvia van desde bajo peso al nacer hasta el cáncer.
“Los investigadores prevén que los niveles seguirán siendo peligrosamente altos”, añadió el texto. Por desgracia, los PFAS perduran en el largo plazo y circulan con una pasmosa eficacia por los océanos, la atmósfera y el suelo de la Tierra.